Artículo publicado en el suplemento "Universo Arte y Ciencia"
del diario "La Industria" de Chiclayo, Sábado 15 de Octubre 2011
El ex ministro de Economía, Luis Carranza, planteó en la CADE 2010: “Para llegar al primer mundo, necesitamos un país de ingenieros.” Y eso es lo que está en juego cuando un niño o una niña recibe como regalo una pelota, una muñeca, una pistola de juguete…o un “Meccano”
El ex ministro de Economía, Luis Carranza, planteó en la CADE 2010: “Para llegar al primer mundo, necesitamos un país de ingenieros.” Y eso es lo que está en juego cuando un niño o una niña recibe como regalo una pelota, una muñeca, una pistola de juguete…o un “Meccano”
En 1909, el médico norteamericano Alfred Carlton Gilbert solía viajar en tren entre New York y New Haven. En un viaje de ida pasó junto a un grupo de obreros que ordenaban un montón de palos sobre el piso. Al regreso, el montón de palos se había transformado en una torre de alta tensión …y a Gilbert “se le prendió el foco”.
Pocos años después, el "Erector", un conjunto de pequeñas vigas metálicas perforadas a intervalos regulares que podían conectarse con otras mediante tuercas y tornillos, se había convertido en el juguete que prácticamente todos los niños de su país anhelaban.
Y es que el "Erector", como el “Meccano” inglés, era un juguete que se convertía en casi cualquier otro juguete, y, al hacerlo, transformaba al niño que jugaba con él en un pequeño ingeniero o inventor: con estas sencillas piezas era posible construir torres y puentes iguales a los de verdad, y, agregándoles las poleas, engranajes y motorcitos que Gilbert incluía en los kits, mecanismos un poco más complejos, como grúas, ruedas de Chicago, etc.
Pocos años después, el "Erector", un conjunto de pequeñas vigas metálicas perforadas a intervalos regulares que podían conectarse con otras mediante tuercas y tornillos, se había convertido en el juguete que prácticamente todos los niños de su país anhelaban.
Y es que el "Erector", como el “Meccano” inglés, era un juguete que se convertía en casi cualquier otro juguete, y, al hacerlo, transformaba al niño que jugaba con él en un pequeño ingeniero o inventor: con estas sencillas piezas era posible construir torres y puentes iguales a los de verdad, y, agregándoles las poleas, engranajes y motorcitos que Gilbert incluía en los kits, mecanismos un poco más complejos, como grúas, ruedas de Chicago, etc.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, el gobierno estadounidense decreta que todas las fábricas que puedan adecuar sus procesos suministren aquello que el esfuerzo bélico demanda: las ollas y bacinicas son reemplazadas por cascos, las licuadoras y máquinas de coser por ametralladoras, los automóviles y tractores por tanques, y así sucesivamente.
Cuando Gilbert se presentó ante el Concejo Nacional de Defensa para solicitar quedar exceptuado de producir las municiones que le habían asignado, le respondieron que 1) sus utilidades no se reducirían y que 2) estas municiones ayudarían a su país a ganar la guerra, recuperando la paz para todas las familias.
Argumentos nada desdeñables, por cierto, pero Gilbert insistió, y esa Navidad –pese a que la guerra continuaba- cientos de miles de niños norteamericanos encontraron junto a sus chimeneas los juegos de construcción que le habían pedido en sus cartas a Santa Claus. El milagro no se produjo porque a algún militar o político se le ablandó el corazón al imaginar las caritas tristes de esos niños, sino porque los miembros del Concejo Nacional de Defensa se rindieron ante la fuerza de un razonamiento tan ingenioso como inaudito: “si la actual generación de niños estadounidenses no juegan con algo como el "Erector", cuando sean adultos tendrán que comprar sus lavadoras, licuadoras y máquinas de coser, así como sus automóviles y tractores, precisamente a esos países contra los que estamos luchando. Y entonces, aunque en términos militares hubiésemos ganado la guerra, habríamos perdido lo más importante.”
Con eso no se juega
“Necesitamos esas balas con urgencia. Pero el futuro de nuestra posición en la economía internacional es lo más importante. Con eso no se juega”. Quienes autorizaron que la fabricación de estos juguetes no se interrumpiera deben haber concluido algo por el estilo. Fanfarroneaba ese formidable y convincente vendedor que sin duda era Gilbert? Tan decisivo para la competitividad de las naciones es lo que sus nuevas generaciones aprenden por medio del juego?
Aunque solemos imaginar que la Ingeniería simplemente no es posible sin complejas ecuaciones, no es necesariamente mediante ejercicios de razonamiento matemático que se desarrolla la capacidad de proponer soluciones tecnológicas que mejoren la calidad de vida.
La causalidad sugerida por Gilbert, en cambio, no necesita mayor demostración. Resulta bastante evidente que si –a manera de conmemoración del centenario del primer cruce de los Alpes- un porcentaje importante de nuestros niños y jóvenes hubiese construído modelos a escala del elemental aeroplano que piloteó Jorge Chávez en 1910,
en muy pocos años tendríamos una nueva generación de peruanos en condiciones de diseñar y fabricar artefactos tan sofisticados como, por ejemplo, UAVs (vehiculos aéreos no tripulados, más conocidos por las siglas en ingles de “Unmanned Aerial Vehicles”).
No importa si a la larga estos aparatos voladores se usan para patrullar las fronteras, detectar cardúmenes de peces, enviar medicinas a lugares apartados, o pollos a la brasa a domicilio:
el Perú -y vaya si su geografía lo requiere- estaría retomando el desarrollo de su industria aeronáutica, que en la década de 1930 era de las pocas en la región.
en muy pocos años tendríamos una nueva generación de peruanos en condiciones de diseñar y fabricar artefactos tan sofisticados como, por ejemplo, UAVs (vehiculos aéreos no tripulados, más conocidos por las siglas en ingles de “Unmanned Aerial Vehicles”).
No importa si a la larga estos aparatos voladores se usan para patrullar las fronteras, detectar cardúmenes de peces, enviar medicinas a lugares apartados, o pollos a la brasa a domicilio:
el Perú -y vaya si su geografía lo requiere- estaría retomando el desarrollo de su industria aeronáutica, que en la década de 1930 era de las pocas en la región.
Para que en América Latina surjan creadores de productos tecnológicos tan exitosos como los que lanzara al mercado mundial el recientemente fallecido Steve Jobs, nada menos que el mismísimo Bill Gates recomendó -en una entrevista que le hiciera Andrés Oppenheimer en el 2008- despertar la creatividad e inteligencia de nuestros niños y jóvenes con “proyectos que sean divertidos”, como diseñar y construir “un pequeño submarino, o un robot”.
Bill Gates no aprovechó la pregunta para hacerle un comercial a sus productos. Y ciertamente no es tonto. Si él piensa que así es como se educa una mente como la suya, deberíamos prestar atención.
Bill Gates no aprovechó la pregunta para hacerle un comercial a sus productos. Y ciertamente no es tonto. Si él piensa que así es como se educa una mente como la suya, deberíamos prestar atención.
No es tan difícil imaginar que esta clase de experiencias dispararía el número de jóvenes que eligen dedicarse a la ciencia y a la ingeniería, aumento sostenido que vienen registrando las economías más dinámicas de Asia. De esta manera, a mediano plazo un equipo peruano subiría al podio de los campeones en la carrera de autos solares latinoamericanos “Atacama Solar Challenge” (su primera edición, del 30 de septiembre al 2 de octubre de 2011, fue, como era de esperarse, dominada por chilenos y argentinos; los demás países desaprovecharon la oportunidad para desarrollar su capital humano, y brillaron …por su ausencia).
“¿Por qué autos solares?”
A mi amiga, la Dra. Carmen Arca, no le falta razón cuando sugiere que nuestros jóvenes deberían investigar tecnologías para usar la energía solar “en los lugares alejados de la ciudad, donde ahora se mueren de frío, donde tejer redes eléctricas es costoso y malogra la armonía con el ambiente”. Le cederé la respuesta al ingeniero Laurence Golborne, actualmente ministro de Obras Públicas y hasta Julio de este año titular de las carteras de Energía y Minería del gobierno del presidente Sebastián Piñera: “Quienes hoy toman este desafío son las personas que van a ser los líderes de nuestro país, los líderes que el país necesita en el desarrollo de fuentes de energías renovables para el futuro. Hoy están experimentando, haciendo autos para una carrera, pero lo que están desarrollando es un liderazgo y un conocimiento técnico para el futuro del país”.
Las bendiciones de las que el Perú está repleto han atraído la codicia de nuestros vecinos. Habemos, sin embargo, peruanos que envidiamos la claridad con que la clase política chilena comprende de qué se trata el futuro. Y, como el inventor y fabricante de juguetes norteamericano A. C. Gilbert, qué es lo que verdaderamente está en juego …cuando jugamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario