Este blog es parte de la propuesta que hacemos al Perú en
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El desafío más importante de nuestro tiempo
El reto de poner Museos de Ciencia y Tecnología al alcance de TODOS nuestros niños y jóvenes lo más rápidamente posible exige creatividad, y para innovar en esta área vale la pena recapitular en qué consisten los Museos de Ciencia y Tecnología y qué clase de aprendizajes generan.
Equipar a todas las regiones del Perú con Museos de Ciencia y Tecnología como los de los países más ricos o, por lo menos, del mismo nivel que los de nuestros vecinos latinoamericanos, demandaría un presupuesto de entre 10 y 20 millones de dólares por Museo. El proceso mismo que concluye en la inauguración de UN Museo de Ciencia y Tecnología "tradicional" (de "brick-and-mortar") es tan largo que los tiempos políticos seguirán postergándolos indefinidamente. No queda más remedio que re-descubrir cómo "funciona" un Museo de Ciencia y Tecnología y cómo podríamos facilitar experiencias funcionalmente equivalentes a las que se tendrían visitando uno.
Mi experiencia personal
En 1989 pude visitar muy brevemente la Cité des Sciences et de l'Industrie en París: a pesar de su escala descomunal y el tema al que estaba dedicada -para mí muy novedoso- confieso que no me impresionó; su arquitectura me pareció mucho menos notable que la de otras obras emblemáticas que se construyeron para el Bicentenario de la Revolución Francesa. Lo que sí me fascinó fue el submarino Argonaute que se exhibe a la intemperie en una especie de piscina sin agua.
Cuando descubrí -en algún momento de la primera década del siglo XXI- el Museum of Science and Industry en Chicago, sí dediqué buen tiempo a recorrerlo y recién pude comprender de qué se trata un Museo de Ciencia y Tecnología. No puedo dejar de mencionar que la estrella indiscutida es un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial.
A mi regreso he comentado que me pareció que poder conocer personalmente un artefacto tan fantástico como un submarino era un gran privilegio del que disfrutaban los niños y jóvenes de París y Chicago, a pesar de la gran distancia que separa a París y Chicago de sus respectivos mares.
Para mi sorpresa, mis interlocutores me han informado que en Lima -que sí está junto al mar- también es posible visitar un submarino.
Apenas lo conocí personalmente, concluí que ya teníamos en Perú lo (para mí) “más importante” que puede exhibir un Museo de Ciencia y Tecnología, y sólo nos faltaba rodearlo con artefactos no menos atractivos pero no tan grandes ni difíciles de transportar: locomotoras y aviones, como en la sala cuya imagen más aparece cuando googleamos el Museum of Science and Industry en Chicago.
Compartí esta propuesta en algún foro científico, y así me enteré de que existía algo llamado el Acuerdo Nacional.
En 2002 un grupo de ciudadanos ilustrados y visionarios plantearon, en el marco de la XX Política de Estado del Acuerdo Nacional "Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología", que para el 2016, 5 años antes del Bicentenario, 7 ciudades del Perú habrían puesto a disposición de sus nuevas generaciones sendos Museos de Ciencia y Tecnología:
el 2006, Lima y Arequipa habrían inaugurado los suyos;
el 2011, se habrían añadido los de Piura, Trujillo y Huancayo;
el 2016, Iquitos y Cusco habrían completado la tarea.
http://acuerdonacional.pe/wp-content/uploads/2014/05/Matriz20.pdf
Esta visión optimista y generosa debió ser asumida y liderada por CONCYTEC y la Dirección de Museos de MINCUL, pero nunca fue sugerida a los Gobiernos Regionales en cuestión para su implementación y, como resultado, la Economía Peruana no ha corregido su rumbo ni mejorado su Competitividad.
Cada uno habría costado entre 10 y 30 millones de dólares, inversión que permite un Museo de Ciencia y Tecnología digno como los que ya se han concretado en la mayoría de países de la región;
si semejante cifra estaba fuera de nuestro alcance, el desafío era reformular el paradigma al que nos ha acostumbrado la visita a Museos de Ciencia y Tecnología en la región y en países bastante más ricos: ponernos creativos e innovadores inventando -precisamente- nuevos medios para facilitar a nuestros niños y jóvenes experiencias funcionalmente equivalentes a las que tendrían visitando Museos de Ciencia y Tecnología.
A unos pocos funcionarios públicos les tocaba enamorar a nuestra clase política y a nuestros gobernantes, poniendo en su radar la urgencia de contar con tantos Centros de Cultura Científica y Tecnológica como fuera posible en las regiones del Perú: unos más grandes, otros no tan grandes, pero sin que una sola región siguiera careciendo del suyo.
Si 2 décadas después de soñada en negro sobre blanco esta red de Museos de Ciencia y Tecnología del Perú NINGUNA región cuenta siquiera con planes para equiparse con algo parecido -y la única oportunidad que tendrían nuestros niños y jóvenes de visitar Museos de Ciencia y Tecnología sigue siendo viajar fuera del país- es por la deserción y la incapacidad de los responsables de promover que se hicieran realidad.
Nuestra clase política, nuestros gobernantes, nuestros niños y jóvenes siguen desconociendo qué podría aportar al desarrollo del Perú este tipo de instalaciones, y no las reclaman porque tampoco las conocen: como no podemos visualizar de cuánto nos hemos perdido como país por no haber contado con ellas, nadie -ni el Congreso de la República, ni los medios de comunicación- les está exigiendo a los responsables que rindan cuentas por su monumental, catastrófica, imperdonable ineficiencia para generar resultados tangibles, pero tampoco están buscando alternativas todos aquellos que -comenzando con las Universidades y los Colegios Profesionales a lo largo y ancho del país- podrían hacerlo. ¿Nadie en nuestras Universidades y Colegios Profesionales ha tenido la suerte de conocer algún Museo de Ciencia y Tecnología?
Insistimos en que la pregunta más importante que debemos hacernos no es otra que:
¿Cómo recuperar el tiempo perdido lo más rápido posible, al menor costo posible?